A la hora de la verdad, los problemas de los autistas vienen de las reacciones violentas de una sociedad que aún no está preparada para lo sutil.
Con una integración real de nuestros valores, aportaríamos a la sociedad a escalas gigantescas. Pero la negación y el rechazo por parte de los ignorantes nos entierra en la depresión, hasta el punto de que ni siquiera buena parte de los profesionales distinguen entre lo que viene de la disfunción ejecutiva, o de la ansiedad por evitación, o de qué.
viernes, 12 de enero de 2018
viernes, 5 de enero de 2018
¿Manías?
Las estereotipias no son "manías".
Son mecanismos de compensación.
En esencia, el término "manías" se suele usar (mal) para denominar comportamientos que los profesionales no tienen ni idea de dónde salen.
En casos como los del autismo, es tan simple como que en nuestros cuerpos existe una energía que se quiere manifestar. Cuando se tratan todas las autoestimulaciones como comportamientos dañinos sin excepción, esa energía se tiene que emplear en hacer otra cosa que aún no se nos impida hacer o que sea imposible de impedir por parte de los demás.
Es entonces cuando recurrimos a arrancar hilos y chupar cuellos de camisa. Son las escasas opciones que quedan después de tantas prohibiciones basadas en lo que dice el médico (cuya última lectura sobre el autismo a veces se puede remontar a los tiempos de su doctorado).
Los adultos ya sabemos cómo sublimar mejor estas pulsiones, ya sea oyendo música, aleteando, etc. Pero de niños, es difícil saber cómo emplear esas ganas. Necesitamos juguetes adecuados para dichas pulsiones. Nunca van a desaparecer por más que se las persiga. Pero una vez se encuentre una actividad que sea agradable para nosotros y no dañina, todo fluirá.
En vez de insistir tanto en que dejemos de hacer algo que nos es necesario, primero hay que trabajar en por qué hemos acabado recurriendo a ello.
Son mecanismos de compensación.
En esencia, el término "manías" se suele usar (mal) para denominar comportamientos que los profesionales no tienen ni idea de dónde salen.
En casos como los del autismo, es tan simple como que en nuestros cuerpos existe una energía que se quiere manifestar. Cuando se tratan todas las autoestimulaciones como comportamientos dañinos sin excepción, esa energía se tiene que emplear en hacer otra cosa que aún no se nos impida hacer o que sea imposible de impedir por parte de los demás.
Es entonces cuando recurrimos a arrancar hilos y chupar cuellos de camisa. Son las escasas opciones que quedan después de tantas prohibiciones basadas en lo que dice el médico (cuya última lectura sobre el autismo a veces se puede remontar a los tiempos de su doctorado).
Los adultos ya sabemos cómo sublimar mejor estas pulsiones, ya sea oyendo música, aleteando, etc. Pero de niños, es difícil saber cómo emplear esas ganas. Necesitamos juguetes adecuados para dichas pulsiones. Nunca van a desaparecer por más que se las persiga. Pero una vez se encuentre una actividad que sea agradable para nosotros y no dañina, todo fluirá.
En vez de insistir tanto en que dejemos de hacer algo que nos es necesario, primero hay que trabajar en por qué hemos acabado recurriendo a ello.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)