viernes, 20 de abril de 2018

Intereses obsesivos

Dicen que los autistas tenemos intereses obsesivos.

¡No es extrapolable!

Lo que para los neurotípicos sería obsesión insana, para nosotros es estar centrados, sentirnos fluídos y disfrutar de un interés pleno.

La bomba atómica destruye hacia el exterior, pero no alcanza los búnker.
El taladro sólo horada un sitio, pero alcanza lo profundo.

viernes, 6 de abril de 2018

Empatías diferentes

A veces, preguntamos a una estimada persona neurotípica que qué pasa y nos responden que nada. Y como nos acaban de decir que no pasa nada, zanjamos el tema. Entonces quedamos como unos literales.

Hasta donde he podido entender, creo que este desentendimiento se basa en que nosotros siempre apostamos por una comunicación limpia y objetiva, despojada de prejuicios: lo que es.
Por eso cuando nos sentimos mal, no podemos alcanzar esa claridad y se hace preferible dejar la comunicación para otro momento, antes que andar respondiendo cualquier tontería.

En cambio, el modelo neurotípico prioriza una expresión emocional aunque el contenido sea la primera estupidez que se les forme.
Y cuando se sienten mal, nuestra franqueza les sobrepasa, ya que tendrían que despojarse de la corriente de sus emociones para estar en la misma onda: deshacerse de la falsedad de su ego.

Cuando vemos una molestia en su lenguaje corporal, nos preocupamos. Pero cuando preguntamos, y esto es lo descorazonador, a veces priorizan sus emociones hasta tal punto que pondrán todas sus apuestas en aferrarse a ellas y reafirmarlas.
Así, cuando preguntamos qué pasa, surge con fuerza el prejuicio de que DEBERÍA ser obvio. Creo esto porque yo siempre lo pensaba de niño, cuando creía que mi empatía era como la de los demás.
Partiendo del prejuicio de que es obvio, una respuesta clara a nuestra pregunta equivaldría a reconocer su comportamiento errático, a interrumpir esa corriente para serenarse y retomar una percepción limpia.
En su lugar, muchas veces una pareja confundida puede incluso pedirnos que nos vayamos. Si fuésemos unos abusadores y no nos importase su libre determinación, no obedeceríamos. Pero precisamente esta dinámica de pedirnos lo contrario de lo deseado es un abuso hacia nosotros. Si respetamos el pedido, estaremos cometiendo una negligencia, pero a estas alturas ni siquiera se podrá preguntar qué sucede.

Si somos literales, es porque esta sociedad ha perdido el significado de sus palabras.