¿Saben qué necesitamos los autistas para aprender y prosperar mejor?
Lo primero, necesitamos un ambiente tranquilo, en el que podamos mantener una confianza. Piensen en nosotros como en un Rambo tierno y adorable que cada vez que oye un ruido fuerte y/o imprevisto vuelve momentáneamente a la guerra donde sufrió tanto y se siente en peligro de muerte. Piensen en lo poco conveniente de que aviven todo ese caos gritando más aún. Cállense cuanto antes y no toquen sin permiso.
Cuanta más serenidad y equilibrio haya en el hogar, antes podremos fiarnos y desarrollarnos más allá de la vida interior.
Nada de gritos, nada de comentarios tóxicos o envidiosos o de desprecio. Si algún familiar se comporta así cerca, hay que impedirle la entrada a la casa indefinidamente. Punto. O dejará de haber un sentido de refugio seguro.
Para mí no se trata de un exceso de sensibilidad, sino de que durante generaciones se ha tolerado cada vez más lo intolerable.
Lo segundo, hay cosas que nos conviene mucho aprender para poder comunicarnos, pero es igual en la otra dirección. También hay cosas que nos gustaría compartir, pero para eso necesitamos que se nos preste una atención limpia y presente. A lo mejor indicamos algo que ya estaba inventado, pero para nosotros es importante porque, aunque ya existiera, nosotros lo acabamos de crear otra vez. Es parte de la comunicación, no todo va a ser un "Sí, señorita Escarlata". Esto incluye escuchar al menos un ratito cuando queramos hablar de Sonic el erizo durante media hora. A lo mejor no hace falta media hora, pero qué demonios, no nos corten nada más empezar o no volveremos a abrir la boca ni a confiar.
Y tercero, que se nos acepte tal cual. Cuando se nos acepta, obra el milagro de la autoestima. Cobramos más capacidad de crecimiento, de valentía, de desear adaptarnos todo lo posible... Ahí surgen las auténticas mejoras, porque surgen de nuestra propia iniciativa; no porque nos lo estén insistiendo. Este tipo de cosas no se insisten, es contraproducente. Necesitamos saber que en nuestro día más agotado podremos reposar como más necesitemos en nuestra propia casa, en el último refugio. No queremos prohibir poner música en casa por hacernos los chulos, sino porque queremos sentir que el silencio existe sin necesidad de trasnochar. Se puede negociar. O comprar protectores de oído. Siempre queda insonorizar el cuarto o hacer un fortín.
Cuando sólo se nos dice lo mal que lo hacemos todo (en el peor de los casos, lo "malos que somos"), o que debemos comportarnos o actuar de un modo X en lugar del modo H que a nosotros nos hace felices, se quiebra esta confianza.
Entonces, sentimos que nuestra propia familia va a anteponer la felicidad de los desconocidos a la nuestra.
No se nos escucha, no se nos habla, nadie se comunica con nosotros. ¿De dónde surge el autismo?, se preguntan algunos. Es una condición preexistente, sí, pero buena parte de lo que a efectos prácticos lo convierte en trastorno es que en nuestro entorno próximo huele a falta de querer aprender, respetar; apesta a que esperan que llegue una cura que mate a ese niño que un duende les dejó, para que les devuelva al suyo, a su hijo de verdad, al que se hablaría con todos los niños mediocres del barrio y acabaría viviendo una vida clónica que comentará en la taberna burlándose de los que no son iguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario