Digamos que el autismo es tan dinámico que a lo largo de una vida se puede oscilar de un grado a otro según las circunstancias. Incluso según un profesional u otro.
No son estancos inamovibles. Perjudican nuestra cohesión como colectivo.
Ejemplo: el nombre del síndrome de Asperger ha funcionado durante años, pero al final sólo era una intención de separarnos según autonomía, pues es autismo igual.
Los grados nos obligan a los de alta funcionalidad a esforzarnos el triple en nuestros momentos de flaqueza, mientras a la vez los llamados Kanner pueden llegar a vivir una vida entera sin que les ofrezcan apoyos que un grado medio sí disfrutaría, con los que paradójicamente también empezaría a ser percibido como un caso de grado medio.
Los grados existen, pero como etiqueta impuesta desde fuera, no como hecho fiable.
Cada cual tiene el derecho a modelar su vida en cada momento sin que los grados se entrometan.
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