miércoles, 20 de febrero de 2019

DON'T HOLD BACK (?)

Nunca he leído sobre el asunto que voy a reseñar. Quizá en un chiste de Sheldon Cooper, que lo mencionaba muy de refilón.

Siempre me he sentido muy atento al entorno. Muy perceptivo. Posteriormente a los encuentros sociales, recordaba cada detalle y muchas veces lo revisualizaba.
En contraposición, la mayoría de la gente de mi entorno no se fijaba en ciertas cosas y actuaba por resorte, sin pensar en los demás ni en las consecuencias.
A la hora de intervenir, mi intención siempre ha sido dar el mejor aporte, algo que enriquezca el ambiente. Pero no me daba tiempo; cuando al fin tenía las palabras, la charla había virado a otro puerto.


En los últimos meses, dentro de lo posible, he estado experimentando con lo que llamaríamos «dejarse llevar por el flujo». Cuando te lleva el flujo, es más fácil recoger los mensajes que sueltan los demás, y replicar con confianza.
Mi problema es que cuando me comunico con esta ligereza, puedo intervenir y socializar mucho más, pero luego no me acuerdo de lo que he estado hablando, o incluso ya no me importa.

De modo que llevo unos meses confraternizando con más gente que nunca, con el corazón más abierto, con mayor facilidad para tratar con casi cualquiera, pero luego no puedo rescatar momentos memorables como antes. Siento que no he estado allí yo, sino «el espíritu», por decir algo.

La sensación se parece un poco a la de interpretar un papel en una función teatral. Cuando la obra ha finalizado, te olvidas de lo que has estado haciendo, ya no eres tú. A otra cosa, mariposa.

¿Es acaso un problema? ¿O simplemente he mejorado mis habilidades sociales y ya no necesito revisualizar mentalmente los eventos para extraer lecciones?

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