A veces, los ojos dan repelús.
La semana pasada, al final de mi taller de teatro, estábamos recogiendo; cuando, durante apenas un segundo, vi algo inquietante. Al instante supe qué era, pero igualmente me pareció tétrico.
La puerta lateral del escenario estaba entreabierta, y por una estrecha rendija nos observaba inmóvil un hombre alto. Un solo ojo, observando desde el otro lado de la puerta.
¿Han visto la versión japonesa de The Ring (1998)? Me recordó a aquel ojo asomado entre las guedejas de cabellos oscuros.
Bueno, también a esa famosa estatua hiperrealista de la Mujer Pájaro (de donde sacaron el hoax de Momo), pero sólo porque ha estado muy de moda.
En el mismo instante en que vi el ojo observando fijo por la rendija, supe quién era. Era el marido de una de mis compañeras, que siempre la viene a recoger y estaba viendo si ya habíamos terminado. Pero hay algo más rápido que la mente, y eso es el instinto. Y si ese ojo me dio ñáñaras aun sabiendo quién era esa persona y cuán bellísimas eran sus intenciones, ¿cuánto más horror podremos sentir los autistas cuando no estamos seguros?
Es lícito no mirar a los ojos de otra persona si nos provoca ansiedad.
Es lícito no mirar a los ojos de otra persona si acabamos de salir de un seminario intensivo y el profesor avanzaba tan deprisa que nos provocó un shutdown.
Es lícito ser realistas con nuestras energías. La comunicación más adecuada es la que nos permite mantenernos en nuestra propia onda.
Bueno, también a esa famosa estatua hiperrealista de la Mujer Pájaro (de donde sacaron el hoax de Momo), pero sólo porque ha estado muy de moda.
En el mismo instante en que vi el ojo observando fijo por la rendija, supe quién era. Era el marido de una de mis compañeras, que siempre la viene a recoger y estaba viendo si ya habíamos terminado. Pero hay algo más rápido que la mente, y eso es el instinto. Y si ese ojo me dio ñáñaras aun sabiendo quién era esa persona y cuán bellísimas eran sus intenciones, ¿cuánto más horror podremos sentir los autistas cuando no estamos seguros?
Es lícito no mirar a los ojos de otra persona si nos provoca ansiedad.
Es lícito no mirar a los ojos de otra persona si acabamos de salir de un seminario intensivo y el profesor avanzaba tan deprisa que nos provocó un shutdown.
Es lícito ser realistas con nuestras energías. La comunicación más adecuada es la que nos permite mantenernos en nuestra propia onda.
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