lunes, 31 de diciembre de 2018

Mutismo selectivo (I)

 
TW: Shutdown, saturación sensorial.



Suelo sufrir MUTISMO SELECTIVO en las rachas de mayor stress. Sobre todo, desde la adolescencia.
Para quien no sepa qué es: el mutismo selectivo significa que normalmente hablas, pero en determinados contextos no puedes, y no depende de ti.

Los últimos años he estado en unas actividades con muchas exigencias y he sufrido una serie de burnouts, unos más leves que otros. Ahora no tengo tanta confianza y autoestima como antes, deseo recuperarme del todo. Pero se hace difícil. Dentro de lo que cabe, siempre he sido bastante verbal y estas recientes dificultades para hablar se acusan más en mí. Mi entorno ya tiene unas expectativas basadas en cómo me he comportado durante mi niñez y juventud. Esto acrecienta mi ansiedad y ha aumentado mis momentos de no poder hablar.

Mi primer momento de mutismo selectivo reseñable fue en familia. Estaba a solas pensando en cosas abstractas e introspectivas y una tía entró de repente a preguntarme algo. Tenía las palabras para responder, pero por más que lo intenté, me fue imposible hablar. Mi tía insistió, se quedó esperando, y yo ya sólo podía esperar a que se fuera.

Otro momento a destacar: casi al final de un curso de formación laboral. Había llegado el calor. Los compañeros charlaban sin parar en un aula de mala acústica. La materia era la más difícil de todas. Los ordenadores no estaban configurados por igual y tuve que cambiarme dos veces de mesa. Para colmo, el profesor tenía la misma voz que un conocido político y me lo imaginaba dando discursos por el bien de la nación.
Todos estos elementos distractores hicieron que al tercer día me quedase rígido y no pudiera responder al profesor. Me ayudaron a salir, y en otra sala me llegaron a tomar la tensión y me dieron una botella de agua, mientras el conocido político que me daba clase seguía tratando de preguntar qué me había pasado. Esto fue años antes de mi diagnóstico, así que yo tenía una cierta idea de qué me pasaba pero no podía decir nada. De todos modos, si no habían reconocido mi shutdown como tal, tampoco me hubieran creído.

En un grado mucho menor, el mutismo selectivo me suele venir cuando paso por calles alborotadas, o establecimientos con música bailonga.
Acabo frecuentando locales poco ruidosos y de pocos clientes. Lo peor es cuando finalmente cierran. Espero que no me acaben conociendo como el cuervo agorero de las cafeterías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario