jueves, 12 de julio de 2018

Contacto visual, validación ajena

TW: misautismia, conductismo.



Muchas familias recurren a gafas de Groucho Marx y recompensas conductuales porque se preguntan:
"¿Cómo lograr el contacto visual en autistas?"

La respuesta resumida es: si llega, llegará por sí mismo.

El contacto visual sólo sirve como forma de validación hacia a la otra persona. A los autistas se nos fuerza desde pequeños a supeditar la validación de cualquier otro antes que a la nuestra. Cuando se nos hacen estos "juegos" se nos invalida a costa de otros.

No estoy de acuerdo en que se nos deba forzar comportamientos ajenos que nos causan ansiedad para evitar inseguridades precisamente a los que dicen ser más empáticos.
Es como si a alguien en silla de ruedas se le pide que haga el favor de subir arrastrándose por la escalera porque para cuatro escalones no vale la pena poner rampa.

El contacto visual ya llegará. O no, porque no es asunto de los demás. Mientras, no abusen de nuestra autonomía.
Las dinámicas sociales deben sentirse como algo natural. Utilizar el conductismo para disfrazar nuestros rasgos sólo sirve para no causar incomodidades a los que no saben aceptar la neurodiversidad precisamente porque al ocultarlo siguen sin informarse.

Debajo de nuestros rasgos disfrazados queda la ansiedad de no sentirte tú, como si fueras una marioneta. Es entonces cuando sentimos esa desconexión, de la que además nos responsabilizan.


[A partir de aquí, son fragmentos de respuestas en un foro]

Concuerdo con lo de que a cada cual le funciona una cosa. Lo que hago aquí es hacer de vocero de la gente a quien la psicología conductual ha destrozado su equilibrio interior, porque me siento identificado. No he tenido diagnóstico hasta los 30 años y los peores momentos de mi infancia empezaron cuando alguien decidió que no miraba suficiente a los ojos. Si me hubieran dejado en paz, habría desarrollado mis otras facultades primero y después el contacto visual hubiera sido más consciente, y no una impostura social para pasar desapercibido y no sufrir abusos. Por eso digo que no se debe pedir contacto visual de forma sistemática, porque lo tengo comprobado de primera mano: sólo sirve para excluir a las personas que no pueden; la razón no importa.
Una sociedad inclusiva es la que acepta que hay quien puede y hay quien no. Una terapia que toma a todos por el mismo rasero no aboga por la verdadera inclusión, sino sólo por la integración, ya que no considera los sentimientos individuales de sus pacientes.

Recalco cada palabra de lo que he dicho arriba, con el matiz necesario de que, efectivamente, cada cual tiene ciertas necesidades. Tenemos diferencias individuales. Y estas son las mías y las de millones de personas. No se puede tratar de "actitud" lo que es una réplica a un dogma que basa sus resultados en que los pacientes cambien su comportamiento observable. La mayoría de veces que en mi vida han criticado mi "actitud", luego he podido comprobar que esa supuesta actitud era un constructo imaginario basado en un sentimiento de ofensa en aquello en lo que cimentaron su identidad. Es decir: para quienes piensan que tengo la razón, mis respuestas son réplicas; para quienes sufren una herida en su ego, lo perciben como una actitud inflexible.

Imagina vivir en una sociedad en la que se acepta como normal el hábito de saludarnos besándonos en la boca. Si yo me niego, no estoy teniendo un problema de conducta o un trastorno social. Es que no quiero, y no debería tener que explicar por qué; es que la única forma de seguir respetándome es evitando hacer lo que otros ven normal y yo no. Esa es la verdadera actitud: la de respetarse a uno mismo.
Los niños establecen contacto visual con ciertas personas sí y con ciertas personas no, del mismo modo que en el ejemplo yo besaría en la boca a algunas personas sí y a ciertas personas no. Conozco a alguien de mi entorno que tiene unos ojos que me dan miedo. ¿Tú besarías una boca podrida sólo porque los demás lo hacen? A veces, no hacer algo no es actitud, sino prioridades.

Algunas terapias están diseñadas para anular comportamientos observables sin entender su raíz. Esas son las que merecen críticas, hasta que todas las familias sepan distinguir las abusivas de las beneficiosas.
Prefiero equivocarme a veces y quedar como un alarmista, antes que una sola de las prácticas de las que he leído malas experiencias en blogs de autistas adultos pasen como algo 100% bueno.

Lo de los niveles: la verdad es que debería matizar. No existen como una casta rígida. Existen como una etiqueta orientativa. Un llamado nivel 1 sin apoyos o habiendo sufrido un burnout parecerá nivel 2, y si quien lo diagnostica lo conoce en ese momento, con ese grado lo dejará durante mucho tiempo.

La idea de grados se contradice con el concepto de espectro.

Es muy importante, precisamente porque cada cual tenemos diferentes necesidades, no generalizar; jamás generalizar; no tenemos que hacer contacto visual con todos.

Conozco a un encargado de sucursal bancaria que jamás mira a los ojos cuando habla: ¿debemos despedirlo de su empleo y poner en su lugar a un muñeco de plástico que sí siga la mirada?

En ninguna parte de tu publicación dice forzar, faltaría más. Porque desde hace décadas se ve mejor utilizar un eufemismo como estimular. ¿Qué otra cosa hacer desde unas terapias que generalizan a los pacientes según grados que contradicen la cada vez más abundante experiencia?

Siento muchísimo los mordiscos y la soledad, pero cada uno habla de lo que sabe; este es el valor de aportar a un foro. La visión global y objetiva se formará entre todas las perspectivas subjetivas que reunamos.

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