TW: capacitismo, infantilización, altavoces muy altos.
El fin de semana pasado, en contra de mis hábitos usuales, acompañé a unas amigas a tomar algo en una terraza. Muy cerca sonaba un concierto con los altavoces ajustados para que se escuchasen bien a medio kilómetro de distancia. Pero yo tenía fe en que podía ser una buena ocasión de aprender alguna de esas lecciones imprevistas, así que me mantuve relajado y abierto a socializar en la medida de lo posible y lo que yo sintiera natural.
Tres horas después, cuando el concierto de sordos acabó, pude relajarme y comunicarme de verdad. Además, retomé una buena comunicación con una valiosa amiga. Me quedé un rato más que el resto de gente con tal de explorar ese hilo retomado entre ambos.
Nos unimos al grupo de últimos gatos, y de propia voluntad acabamos hablando con ellos de temas personales de crecimiento. Yo hablé de mi condición, y de los falsos mitos en torno a él. También vi una buena ocasión para hablar a la mismísima dueña del establecimiento de un episodio de agresión moral que hace años me hizo su camarero más joven.
[ Aquel tipo debió haber visto algo inusual en mí cuando fui un par de veces a otro local donde él servía. Al poco tiempo me vio en otro local, él en su día libre con un amigo, y yo en un breve momento de aislamiento de estímulos e introspección para continuar con el ajetreo de la noche. Entre risitas y cuchicheos, se dirigió a mí como si yo fuera un niño pequeño. Solamente por sentarme a solas un rato. ]
Cuando terminé de contarlo, pareció que no habían entendido nada. Saltaron con respuestas reduccionistas. En el momento no me lo tomé a mal porque no percibí maldad en ellos; tan solo un preocupante lavado de cerebro.
El primero de los dos saltó con el corrupto mantra de “este mundo es cruel”.
Digámoslo claro: que los leones se coman a los antílopes no es excusa para negar asistencia a los colectivos vulnerables como si fueran de otra especie, apenas alimento. Hay cosas de la vida que dejan de estar en tu contra en el mismo instante en que las aceptas, pero decir mundo no es lo mismo que decir vida. Estamos hablando de esta sociedad humana en concreto; de consensos sociales arbitrarios. Decir “el mundo es cruel” es resignarse a que como a ti te han perseguido, ya nadie puede pedirte responsabilidades cuando cometes la misma crueldad contra otros. Es negar que fueron crueles contigo; es ocultar tu dolor negando el de los demás.
A continuación, el segundo dijo el no menos ambiguo “es que la gente se comporta distinto en compañía”. Ya no daba tiempo a entrar en el tema porque era la hora de cerrar, pero hubiera sido curioso responderle.
Cuando osas decir que es legítimo utilizar a otros para divertirte a su costa si estás en compañía, estás condonando todo tipo de acoso. ¿Hasta qué edad te perdonan hacer “cosas de niños”? Una cosa es contar chistes tontos y otra provocarme una aversión a un establecimiento durante años con tal de que un capacitista no reciba un solo céntimo de mi parte.
Estas dos personas no estaban preparadas para aceptar que su camarero era un agresor. Prefirieron recurrir a falacias antes que aceptar su previa ignorancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario