jueves, 30 de agosto de 2018

Comer como Sancho Panza

Es muy usual que cuando la conducta de uno no se parece a la de la mayoría, los demás traten de cambiar tu comportamiento hacia otro que sí sean capaces de comprender.
Esto hace que en un sitio con tantas normas sociales como en la mesa, las miradas y las rigideces se multipliquen, lo que hace que nunca puedas comer de una forma relajada porque no te paran de mirar. Multitud de ojos, que ya provocaban ansiedad de por sí, te vigilan; dispuestos a saltar en cuanto cometas el más mínimo descuido. ¿A quién le gustaría comer así?
Por lo que no es extraño que muchos autistas acaben comiendo a solas, a salvo de miradas que no permiten disfrutar de un momento grato.

En la primera parte de El Quijote (capítulo XI), Sancho Panza habla de este tema:

«Pero sé decir a vuestra merced, que como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas, como sentado a par de un emperador. Y aún si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin melindres sin respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas, donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. Así que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere darme, por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que estas, aunque las doy por bien recibidas, las renuncio para desde aquí al fin del mundo.»

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